Primer Punto
“Et ignotas animum dimittit in artes” Ovidio, Metamorfosis, VIII 188.
Érase una vez Dédalo, un arquitecto y artesano de gran habilidad, quien, al ser expulsado de Atenas, llegó a Creta, donde el rey Minos le ordenó construir un laberinto para encerrar al Minotauro, hijo de Pasífae, esposa de Minos, a quien Poseidón había castigado por no cumplir su promesa de sacrificar a su mejor toro. Dédalo, entonces, construyó el laberinto más complejo que se haya hecho, sin principio ni final, pero, para su desgracia, el rey Minos lo encerró a él y a su hijo Ícaro en su propia creación para siempre.
Sin más formas de escapar, Dédalo ideó un plan para hacerlo por el aire. Junto a Ícaro, comenzó a reunir plumas que ató con hilo y pegó con cera. Les dio la curvatura necesaria, como las alas de un ave, y echó a volar él primero. Al demostrar que su invento funcionaba, le enseñó a volar a su hijo y ambos pudieron escapar.
Dédalo le advirtió a Ícaro, sin embargo, que no volara muy alto, cerca del sol, pues el calor derretiría la cera y sus alas se despegarían. Le advirtió también que no volara demasiado bajo, cerca del mar, pues la espuma mojaría sus alas y no podría volar.
Sobrevolaron las islas de Delos y Paros, y, cuando volaban sobre el mar, Ícaro comenzó a elevarse cada vez más alto, tanto que el calor del sol derritió la cera, despegó las plumas y cayó al mar, para desdicha de su padre, quien sí pudo escapar, pero lamentó para siempre la pérdida de su hijo y la desdicha de su arte.

Lo inefable
El pasado 1 de enero de 2024, a las 2:25 a.m., me convertí en padre. Desde ese momento, comencé a fijarme con más cuidado en la figura paterna en la literatura. De hecho, podría decir que todo lo que ahora suelo consumir —cine, literatura y música— se ve influenciado por el hecho de ser padre. Todo cambia, para siempre y para bien.
En las primeras entradas de mi diario de 2024 escribí dos cosas:
1 de enero: Sus ojos nos miran tan grandes y profundos que llenan todo a nuestro alrededor.
Y una pregunta:
2 de enero: ¿Es esto lo más difícil que he hecho porque es lo más importante?
Recordando todas mis lecturas más importantes, no pude evitar rememorar la novela de James Joyce, A Portrait of the Artist as a Young Man (1916), una obra que comienza y termina precisamente con la figura del padre.
A Portrait es una novela semiautobiográfica cuyo personaje principal, Stephen Dedalus, se considera el alter ego de Joyce. No es casualidad que el personaje se apellide Dedalus, ni tampoco que se llame Stephen. Joyce decide nombrarlo como el primer mártir de la iglesia y como el padre de Ícaro. Religión y arte. Es entre esas dos ramas donde se desarrolla la novela, en el crecimiento tanto psicológico como moral de Stephen (Bildungsroman) y en su desarrollo artístico (Künstlerroman).
La novela comienza desde la niñez de Stephen, no solo en su narración sino también en su estilo:
"Once upon a time and a very good time it was there was a moocow coming down along the road and this moocow that was coming down along the road met a nicens little boy named baby tuckoo ...
His father told him that story: his father looked at him through a glass: he had a hairy face.
He was baby tuckoo. The moocow came down the road where Betty Byrne lived: she sold lemon platt."
“Érase una vez una, una muy buena vez, había una vez una vaca mú bajando por el camino y esta vaca mú que bajaba por el camino se encontró con un pequeño niño de lo más amable llamado bebé tucú…
Su padre le contaba esta historia: su padre lo miraba a través de un cristal: tenían una cara peluda.
Él era el bebé tucú. La vaca mú bajaba por el camino donde vivía Betty Byrne: quien vendía caramelos de limón.”
Traducción propia.
La primera parte de la novela se enfoca en la relación de Stephen con la religión, en su descubrimiento y su pasión por la misma, pero también en su decepción. Poco a poco, se va construyendo la madurez de Dedalus, también a través del estilo, ahondando en el fluir de la consciencia, especialmente en la técnica del monólogo interior. Stephen se siente diferente a los demás niños, no encuentra deseo en el juego ni anhelo en el mismo y tiene una revelación: aquello que lo apasionará está a punto de encontrarlo.
La lectura y los primeros intentos de escribir poesía son fundamentales, aunque estos se ven afectados por su realidad, por Dublín y la Irlanda de principios del siglo XX. Esa realidad infecta su ensoñación y Stephen encuentra su primera caída ante lo que se convertirá en su oficio. Caída necesaria en todo artista, especialmente cuando se quiere volar muy alto, tan cerca del sol.
La novela se torna más compleja. El recurso del fluir de la consciencia cobra importancia y los atisbos de su mente se vuelven más profundos e intensos. Dedalus se muestra mayor y más maduro, camina por las calles de Dublín cuestionándose su fe, preocupándose por sus pecados y por la pérdida de su inocencia. El pecado y la consciencia del pecado son una lucha constante en Stephen.
"The snares of the world were its ways of sin. He would fall. He had not yet fallen but he would fall silently, in an instant. Not to fall was too hard, too hard: and he felt the silent lapse of his soul, as it would be at some instant to come, falling, falling but not yet fallen, still unfallen but about to fall."
“las insidias del mundo fueron sus vías hacia el pecado. Caería. No había caído aún pero caería en silencio, en un instante. Era muy difícil no caer, muy difícil: y sintió el lapso silencioso de su alma, como lo estaría en un instante a punto de suceder, cayendo, cayendo pero aún no caído, aún sin caer pero a punto de hacerlo.”
Traducción propia.
Y de hecho, cayó. Voló tan cerca del cielo que su fe se desvaneció, sus alas se despegaron y cayó en las entrañas del arte, de la literatura y de la poesía. La última parte de la novela se centra en el descubrimiento del arte y de su verdadera pasión. La filosofía juega un rol importante, más aún que la religión, que, si bien no desaparece por completo, se transforma en un tema más filosófico e intelectual.
La novela comienza con Stephen escuchando historias leídas por su padre y termina con él contándolas, tal y como la vida misma.
27 April: Old father, old artificer, stand me now and ever in good stead.
Un Ícaro pidiendo ayuda al padre. Stephen como Ícaro, Joyce como Dédalo construyendo su laberinto que es su propia obra: Ulysses y Finnegans Wake.
27 de abril: Viejo padre, viejo artesano, mantenme ahora y siempre en buen camino.
Traducción propia.
Punkt Final
Las historias nos hacen quienes somos, esas que comenzamos escuchando de nuestros padres y las que terminamos contando.
De forma deliberada, intento siempre refrescar mi memoria con momentos específicos de antes y después del nacimiento de mi hijo. Así, pior ejemplo, puedo compartir la última canción que escuché antes de que naciera:
Y la primera canción que escuché cuando nació:
Esta fue la última película que vi antes de que mi hijo naciera:
Y esta, la primera que vi después de que nació:
Y, por último, este fue el último libro que leí antes de convertirme en padre:
Y este, el primero que leí como padre:
Hay un poema que desde que mi hijo nació he ido visitando muy a menudo, leyéndolo y pensando en él constantemente. Es “If” de Rudyard Kipling, que he traducido al español, texto traducido que recibirás en el próximo correo, o que puedes leer en el siguiente enlace: https://open.substack.com/pub/lbosetti/p/si?r=4xr0zb&utm_campaign=post&utm_medium=web&showWelcomeOnShare=true
Y volviendo a la pregunta que me hice en el diario: Creo que ciertamente convertirme en padre ha sido lo más importante que he hecho, pero no sé si sea lo más difícil, pues su mirada y su sonrisa lo hacen todo más fácil. Punkt.
Uno de mis newsletters favoritos leídos hasta ahora. "En tus ojos hijo mío nace el día y en ella reposa nuestro final". Punkt.